sábado, 29 de agosto de 2009

EL RECUERDO DE UNA ROSA





Con mis manos conmovidas por el amor
he arrancado la rosa que sembré en el rosal;
al tomarla moribunda, con desgarro vi perder su color.

Tenía los pétalos cansados por tanto dolor
cada día, poco a poco iban muriendo.
Y para nunca olvidar su belleza,
tuve que destrozar su alma de cristal.

¡Lo hice!: No resistí su sufrir,
y al verla morir...
he sentido el dolor más dulce;

Como el pájaro espino que en el ocaso de su vida,
se refugia en el pedregal, y clavadas en sus patitas
se desangra y se inmola cantando su dulce canción.

Volverá a nacer otra rosa en el rosal.
Su capullo lucirá y embrujará.
Pero el recuerdo de aquella rosa
No se borrará: ¡Jamás...Jamás!.

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