viernes, 28 de agosto de 2009

MADRIGAL



Entre aquellos verdes trigales,
la he visto correr en níveo sentimiento;
serpenteando en mi pensamiento.
¡La he tocado!

Al llegar al corazón de la espiga,
de trigo me he saciado;
del rocío que corría por su cuerpo.
¡He bebido!

¡He encontrado la belleza!
El matiz de la ternura.
Desvestido el cereal.
La pureza del maná.

Su germen de amor me ha cautivado.
Es un granito en la inmensidad.
En el tranquilo puerto,
mi marejada se ha calmado.

De la lumbre del universo,
mi Madrigal le llegará,
y en sus manos mis flores:
Se abrirán.

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