martes, 8 de septiembre de 2009

ANSIEDAD


Dame de beber de tu pozo el agua,
aquieta mis ansias que mueren de sed;
en este desconocido desierto,
que trata de brumas llenarme.

Quiero empezar a escucharte
con el alma mitigada y sin apuro;
de lo que pensaste y nunca lo hablaste,
y si lo hiciste no lo dijiste.

Sentirás deseos de reír conmigo,
manarán esos secretos escondidos,
ausentes los códigos, los conceptos;
seré tu confidente, tu amigo.

Si ves el precipicio, te da miedo:
No te detengas, toma mis manos.
Si te acaricio, no es la premura.
Es el insondable solsticio.

Es el encanto del verano que hace
más larga la noche. Y en derroche
sonriendo simplemente acepta
el momento en que nos encontramos.

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