miércoles, 2 de septiembre de 2009

MUJER


En lo profundo hay una beldad
de voz cantarina;
Es un buqué que asoma cada
mañana por el tejado.

En el espléndido ramaje
del despertar,
hay una brasa escondida
en la tibia ceniza.

Necesita aquietar su desorden.
Espera con ansias esa chispa que encienda.
En la caricia del viento apacible.
En el juego de su silbar.

Es tan frágil la llama,
solita, se puede apagar;
mientras haya un compartir,
la alegría será en su brillar.

No tiene seco el carbón
para arder con facilidad;
tiene en su esencia la brizna:
De la sensibilidad.

Entre las fibras doradas,
el hálito de la luz;
en su divino esplendor...
¡No se puede apagar!

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