Es preciso mejor que borres tantas cosas que de amor
hablé; palabras vagas é imprecisas, vertidas entre quimeras
que en la caliente arena de mi pensamiento en poemas
escribí, y en la arenilla de mis sueños mi alma arropaba
el tibio enlace de la soledad.
Libando para que el corazón duerma, brindé con el cielo
y su lluvia lavó el sagaz desconsuelo… Hubieras
sido tú mi último anhelo, vestida de azul, de falda blanca,
con un arco iris de cintillo en tu pelo y debajo de él un
jaspe con perfume a misterio y chanel…
¿Ya ves? Que hasta el amor que nos da el cielo
va impregnado en un sentimiento de abandono…
Ya estamos otra vez solos. Tú tan lejos con amigos,
yo tan cerca y aferrado al olvido.
Debemos limitar nuestros quereres…
Porque amándonos los dos tan ciegamente
en ese hermoso rostro de juventud y carmesí,
el silencio reverdecerá los bosques y te colmaré
de cipreses en mi abrazo, y esplendorosamente tú:
serás infinito y no sollozo en la orilla del mar.
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