miércoles, 9 de septiembre de 2009

LA TARDE


La tarde.
Tú y yo.
Enamorados.
Pensativos.
Reíamos al contemplarnos.
Sin embargo sentías al igual que yo:
la dulce melancolía del encuentro,
y un descanso para el gladiador corazón.

Cómo atrapar esos instantes
que pasarían. ¡Imposible!
Entonces toda tú.
Me parecías solo un sueño.

Y dudamos del amor
aquella tarde.
Y nos perdimos tomados de la mano,
con alguna esperanza aún…

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