miércoles, 9 de septiembre de 2009

DE MANO EN MANO...

Es miércoles 15 de agosto del 2007
hora 6.47 pm, un extraño ruido se oye
como si fuese una carreta vacía que
arrastran despavoridos caballos,
y con el martirio parece que el
sufrimiento purificara todo cuanto se mueve.
Una luz blanca en el cielo emana misericordia,
alumbra la tiniebla, mira la pobreza,
escucha al llanto y hace
compañía en la travesía solitaria...

Y la inteligencia del hombre no tiene
influencia en las comunicaciones,
todo es silencio, la quietud amodorra,
hace pensar en la injusticia como pecado
de tanto dolor; la noche llega ante los
ojos de las réplicas telúricas haciendo
del temor un encapsulado pesar.
¡Quién puede contra la furia natural!
Espantoso es el despertar ante tanta desolación...

La destrucción se muestra,
los caídos se cuentan en las plazas porque
casa ya no hay. Qué paradoja:
el templo se cae sepultando a quiénes
fueron a Dios a rezar.
Ante todo este pesar,
un robusto bebé nace y la gente estremece
al ver la vida de nuevo retoñar.
La juventud se vuelca a las calles con
violencia que consterna, como fieras
luchan y recolectan el alimento,
el abrigo para los sufridos.

¡Qué respuesta internacional!
No miran a sus semejantes como
mendigos, les llaman “amigos” “hermanos”
Todos ellos vienen y van.
Qué ironía lo que un terremoto trae.
Si esto no causara tragedia.
Si el bien siempre se impusiera sobre el mal...
Qué hermoso sería que el mundo se quiera igual.

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