jueves, 3 de septiembre de 2009

¡OH DIOS!


Entre la fresca sombra de los árboles,
arranco las hojas del calendario.
Busco con ansias las puertas del cielo,
compartiéndolo con los animales.

Ellos avanzan y nada destruyen.
Si cae algo, otros los recogen.
Nada se compra ni nada se vende.
No hay el subdesarrollo salvaje.

No hay ejército ni defensores
de riquezas. Ni bombas detonantes.
Sólo respeto, para sus ambages.

Al oír el sonido de las hierbas
bebiendo el rocío mañanero…
¡OH DIOS!... ¡Por qué la razón es mi lauro!

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