Desde la baranda de mi imaginación.
Vuelan palomas blancas
cruzando el cendal hacia el sur;
Llevando mis requiebros,
en sus piquitos una flor;
una exida pena, la alegría del regreso.
Si los rayos ensangrentaran sus alas.
La cordillera blanca se teñirá de rojo.
Se abrirán las rocas como rosas,
para arrullar mis palomas blancas.
Que dispuestas a morir,
no les importa el peso de la culpa;
tan sólo discurrir,
en el gozo del viento que les permite el vuelo.
En los huertos floridos de racimos rojos,
colgarán nidos entre las manzanas;
en el riesgo de cruzar la costanera,
la bandada sabrá por que vive.
Vuelan palomas blancas
cruzando el cendal hacia el sur;
Llevando mis requiebros,
en sus piquitos una flor;
una exida pena, la alegría del regreso.
Si los rayos ensangrentaran sus alas.
La cordillera blanca se teñirá de rojo.
Se abrirán las rocas como rosas,
para arrullar mis palomas blancas.
Que dispuestas a morir,
no les importa el peso de la culpa;
tan sólo discurrir,
en el gozo del viento que les permite el vuelo.
En los huertos floridos de racimos rojos,
colgarán nidos entre las manzanas;
en el riesgo de cruzar la costanera,
la bandada sabrá por que vive.
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